¿Qué son realmente 100 kilómetros? (7×10)
Hay momentos en los que sabes que va a venir la ostia. Eres consciente que vas directo al muro. Solo puedes agarrarte al volante con todas tus fuerzas, ya que no hay escapatoria. Te equipas con un mono ignífugo y un casco a prueba de accidentes XXL. Va a doler, y habrá daños. Pero de momento únicamente vive todo en tu cabeza… Llegará. No hay lugar para la probabilidad. 100% de opciones de estamparse.
Pensando en la estrategia de carrera, calculé que a partir del kilómetro 40 mi ritmo inicial de 6 min/km iba a decaer. Alex ya me advirtió que se trataba de una carrera de 50 kilómetros planificados, más otros 50 rumbo a lo desconocido. Esa primera parte la iba a coronar con una parada para comer mi suculento plato de pasta con tomate y atún.
Mi peor momento en carrera, el punto crítico, llegó en el Km 35; el maldito bajón se me adelantó a lo previsto. Vi que empezó a decaer el ritmo y que el cansancio asomaba en mis piernas. Buffffff… y solo me quedaban 65 más. Rápidamente intenté liberar a mi mente de tal agobio, haciendo el problema más pequeño. Mi reto más inmediato era llegar al 50; solo 15 km más para sentarme a comer, olvidarme de correr durante unos minutos y empezar a descender la montaña. Por fin llegué al ecuador: mini parada y fonda.
Siempre visualizo la mitad de la carrera como la llegada al pico de una montaña. A partir de ese momento ya no acumulo kilómetros, los resto camino de meta; y encima voy cuesta abajo. Ahora ya solo me faltaban los 50 kilómetros rumbo a lo desconocido…
¿Cómo te enfrentas a los problemas? ¿Los atacas de cara a pecho descubierto? ¿O prefieres rodearlos y hacerlos más pequeños?
photo credit: Resistance! via photopin (license)
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