Doblete de experiencias (vol. 2)
- ivanferrer
- A 23/05/2016
Sonó el pitido final. Tras 120 minutos intensos, interminables y extasiantes, se acabó el partido. Un encuentro muy malo a nivel de calidad (exceptuando Iniesta y algún que otro fogonazo de Messi), con muy pocas ocasiones, pero con una gran emoción por el título en juego y el resultado incierto hasta casi la conclusión. El Barça se ha proclamado campeón de copa por vigésimo octava ocasión. Momento de celebrarlo en la grada, de ver al equipo recoger el trofeo, celebrarlo y compartirlo con toda la afición.
Los azulgrana se abrazan, bailan, ríen, se remojan en champán y juegan con sus hijos. Mientras, en la otra mitad del campo, veo que los jugadores sevillistas están hundidos, vacíos. Se mueven de forma lenta y pesada, como si aún no se hubieran podido quitar de encima todo el esfuerzo y cansancio acumulado. Quieren agradecer el apoyo a su hinchada, pero casi no pueden, hundidos en el doloroso, oscuro y triste momento de la reciente derrota.
La afición del Sevilla les devuelve ese esfuerzo con un agradecimiento en forma de mar de bufandas rojiblancas, que se agitan con mucho sentimiento. Esa marea queda salpicada por cánticos de orgullo por un equipo que ha caído dándolo todo. No hay victoria, pero han luchado hasta el final.
¿Cuenta solo ganar? ¿O importa también cómo pierdes?
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