Triángulo helado de las Bermudas (1)
La semana pasada tuve la suerte, por trabajo, de visitar Canadá. Aunque solo estuve cuatro días -y la agenda pedía aprovechar el tiempo al máximo-, recibimos un regalo inesperado, fruto de la casualidad. En un descanso entre reuniones, no sé cómo, salió el deporte nacional, el hockey hielo. Y coincidía que esa misma tarde-noche se enfrentaban los Montreal Canadiens a los Columbus Blue Jackets… La cuestión es que, como niños pequeños con zapatos nuevos, acabamos en el Centre Bell de Montreal.
Era la primera vez que presenciaba un partido de la NHL en directo. Fuimos con tiempo para ver a los jugadores calentar y presenciar todo el espectáculo. La presentación de los equipos, apagando gradualmente la iluminación de todo el estadio hasta quedar completamente a oscuras, para dar paso a una coreografía sonora y lumínica hipnotizante (la verdad que, a partir de ahora, cuando vea las presentaciones en el campo del Barça me deprimiré)… Música en todos y cada uno de los parones del partido (me robaron el corazón con la alternancia de musiquita de organillo con grandes clásicos del metal como For whom the bell talls de Metallica, Walk de Pantera o Refuse-resist de Sepultura), concursos de preguntas y de baile entre los espectadores en los descansos, lanzamientos de merchandising con pistolas a presión desde camiones que derrapaban por la pista, videos promocionales sin parar de los Canadiens por el videomarcador…
El único pero que le encontré, desde mi óptica de cultura deportiva es que para un partido que consta de tres partes de 20 minutos cada uno (a tiempo parado), me tiré casi tres horas… Demasiado para un europeo…
¿Vas solo a ver el partido? ¿O sin el espectáculo que le rodea no es lo mismo?
photo credit: Alexey Kljatov (ChaoticMind75) Real snowflake – Ice crown (explore 2017-10-03) via photopin (license)
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