Oda a los idiotas (el segundo de infinitos)
Cuando uno se hace mayor, debería tener claras las reglas básicas de educación y protocolo. Martin Solveig, tal vez demasiado acostumbrado a ser el centro de atención mientras hace de DJ, no acabó de entender que ser maestro de ceremonias en la gala del Balón de Oro no te autoriza a ser el máximo protagonista. Porque, a fin de cuentas, la fiesta es de los y las futbolistas que se van a llevar los galardones. Que patines en protocolo y te extralimites puede tener un pase, pero que no domines las mínimas normas de educación es lamentable.
Pedirle a Ada Hegerberg (ganadora del primer Balón de Oro en categoría femenina) que hiciera twerking fue una categoría infame. Seguro que si le hubiera tenido la noruega delante en un terreno de juego le hubiera dado un balonazo en los huevos, de esos que te pillan de pleno, desprevenido, capaces de quitarte la respiración y anestesiarte el bajo vientre al ritmo de la canción “el hormigueo de la muerte” (lo he experimentado alguna vez y es así…). Menos mal que tuvo mucha más elegancia, cerrando el tema con un rotundo “no” y una cara de esas que fulminan… Y es que la mezcla de “protagonismo” bañado con los acelerantes como la “falta de protocolo y educación” puede ser explosiva…
¿Sabes ser discreto? ¿O no puedes evitar ser el centro de atención?
photo credit: Ferdinand ‘Ferre’ Feys Idiot / Bruxelles – 17 jan 2018 via photopin (license)
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