¿Demasiado artificial?
El deporte en general y el fútbol en particular constituyen lenguajes universales que traspasan fronteras, idiomas, culturas y religiones. Poco importa si no entiendes a tus compañeros de juego o si tenéis ideales diametralmente opuestos. Solo es necesario un esférico (de cuero, plástico o trapo) y un par de porterías (hechas a base de palos, piedras, mochilas, chaquetas, rayas de tiza en la pared, columnas de un aparcamiento…). Te juntas en cualquier lugar remoto del planeta para darle a la pelota y comprobar quién es capaz de anotar más goles o encajar menos (según si tu estrategia es más ofensiva o basada en la defensa). ¡Y a disfrutar!
El público siempre ha sido otro elemento extraordinario. Siempre gusta que los aficionados empujen al equipo en sus momentos más críticos y que animen hasta convertirse en el jugador número 12. Incluso estimula la hinchada contraria, cuando desata toda su rabia en los jugadores adversarios. Y es que lo que rodea al estricto terreno de juego puede llegar a cambiar el signo de un partido…
Nada tiene que ver el ambiente que se genera con un estadio a reventar, comparado con la tristeza y el eco sórdido de unas gradas vacías. Por ello Corea del Norte parece eternamente empeñada en ser diferente, en convertir el lenguaje universal del balón esférico que se patea en una probeta experimental. Gradas sin público y prohibición de emitir el partido por televisión. Escenario de guerra fría total. Corea del Norte parece que se acerca a su vecina del sur, pero no acaba de dar el paso; sigue helada y viviendo en una galaxia muy lejana; la del fútbol de élite no televisado y sin público…
¿Sigues en guerra? ¿O con el deporte puedes hacer excepciones?
photo credit: verchmarco Artificial flowers: bouquet of fake red roses via photopin (license)
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