¿Tiras la toalla sin intentarlo?
La lesión forma parte de la competición. Vive constantemente agazapada dentro del vestuario. Y saltar en el entrenamiento o el partido, con el gesto más inesperado y sutil. Ataca casi siempre por la espalda, cuando menos te lo esperas. Y, de sopetón, rompe con el equilibrio de fuerzas en el colectivo y cambia los roles dentro del equipo. Alguien que estaba en un plano secundario consigue un papel protagonista, mientras que el lesionado hace un fundido a negro, camino del túnel en el que mando el doctor y se ve la luz muy a lo lejos, y solo se sale tras mucho esfuerzo y constancia en solitario. Hasta que la nave nodriza te recoge para llevarte de nuevo con el grupo y volver a disfrutar del juego…
Los equipos de baloncesto de élite disponen de plantillas amplias, apoyadas por filiales y escuadras júniors que, cuando la situación lo requiere, se ponen al servicio del primer equipo, el abanderado del club. Ahí también reside la gracia del deporte; confiar en que nuevos escenarios te van a ayudar a seguir adelante para conseguir tus objetivos. Pero lo fácil, en el mundo comodón de hoy día, es quejarse y cambiar juguete roto por juguete nuevo. Parece como si colectivamente, poco a poco, nos vamos anestesiando ante la frustración y la adversidad, tirando por el camino sencillo. Si usáramos siempre esa regla nos habríamos perdido uno de los grandes momentos del año. No nos olvidemos que el deporte es emoción e incertidumbre…
¿Te conformas con lo que te queda? ¿O estiras la reglamentación para tener el arsenal siempre al 100%?
photo credit: José María Andrés Muñeca via photopin (license)
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