"¡Vente a Alemania Pepe!"; y los futbolistas también...
Y la ministra de Empleo, Fátima Báñez, tan dicharachera y comunicativa como ella sola, pasó del entrañable «¡Vente a Alemania Pepe!» de Alfredo Landa al sofisticado eufemismo de «movilidad exterior». España, con su astronómica tasa de paro, aderezada por unos salarios a la baja, unas condiciones laborales cada vez más pantanosas y coronado por una guinda de txapapote corruptivo -capitaneado por políticos y banqueros-, es una auténtica película de terror en 3D. Cada vez más jóvenes, y no tan jóvenes, emulan a sus antepasados emigrando a otros países para buscar lo que ya no puede ofrecer una reventada y exhausta madre patria.
El mundo del deporte, en general y del fútbol en particular, no es ajeno a esta triste realidad y acumula una alucinante deuda de 3.600 millones de euros; pero a ver quién es el guapo que se atreve a dejar al pueblo sin su opio más preciado… Muchos equipos pasan por grandes dificultades, sobre todo cuando se acabaron los huevos de oro proporcionados por el sector público.
Actualmente en la selección hay 8 jugadores en nómina en la Premier League y otro en tierras alemanas, hecho que hubiera sido implanteable hace veinte años. La fuga de cerebros seguirá haciendo crecer otras ligas, pero ¿qué pasará con la competición doméstica si la mayoría de los internacionales, exceptuando los todopoderos Madrid y Barça, emigran a otras ligas?
Si nos aprovechamos de la actual situación del mercado, pagando sueldos muy reducidos, utilizando mano de obra sobrecualificada, y empujando a los más audaces al exterior, ¿cómo pretendemos levantar la marca España? ¿Es posible crear proyectos como la sociedad del conocimientos que propugnaba Zapatero, con los poco osados que se queden?
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