¿¿¿Nunca Máis!!!
Es una extraña mezcla de duda y grito a los cuatro vientos, como Scarlett O’Hara sosteniendo el mítico «a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre». El Prestige nos demostró que hay cosas que no pueden suceder, y tenemos que poner todos los medios, posibles e imposibles, para que no se vuelva a repetir.
Como no puede volver a repetirse una agresión arbitral, como la sufrida por un colegiado de fútbol de tan solo 16 años en un partido de niños de 6 y 7 años. Yo les tengo un especial cariño y les comprendo porqué durante 4 años fui árbitro de baloncesto (aunque he de reconocer que excepto algún insulto del público, el ambiente fue casi siempre muy respetuoso y cordial). Nunca olvidéis que sin árbitros ni jueces no hay deporte. Sería partidario que todo deportista pasara por la experiencia, aunque fuera una vez en la vida, de cómo se vive un partido «desde el otro lado».
Otro tema interesante sería trabajar con algunos padres, que en ocasiones se comportan como niños más pequeños que sus propios hijos. Recuerdo, una vez, que pitando un partido de niños de 6 años, noté un tirón en la camiseta, por la espalda. Yo estaba situado en el círculo central de la cancha y me extrañó, porqué tenía a los 10 jugadores en mi campo de visión: ¡¡¡una madre me estaba diciendo, desesperada, que le estaban pegando a su hijo!!!
¿Qué valores estamos enseñando a los niños? ¿Qué pretendemos cuando nos ensañamos con el árbitro? ¿Sabemos perder? ¿Aceptamos que nuestro hijo no sea Michael Jordan o Cristiano Ronaldo y que solo juegue para pasarlo bien?
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