¿Hay límites que acaban contigo?
Deporte y límites es una combinación que sacude constantemente las teorías físicas y llena al público de emoción y sobrecogimiento. Siempre buscando el más allá, el más rápido, el mayor número de tantos marcados, el menor número de goles encajados, alargar la imbatibilidad infinitamente… Es la lucha de equipos y deportistas para ser mejores que ayer y peores que mañana… Siempre hacia arriba… ¿Y dónde están cualidades como ser cauto, precavido o previsor?
El problema es que no son muy apreciadas en la era de la autoventa personal online… porqué eso es lo que hacemos a través de las redes sociales; somos nuestros propios comerciales. Y lo que antes era una simple fanfarronada entre amigos ahora la compartes con todo el planeta… Siempre es mejor pasarte de frenada a lo espartano en 300. Solo tienes que currarte una frase lapidaria y aunque la palmes quedará un bonito epitafio en facebook.
Siempre nos acordamos del flash del momento, de la conmovedora gesta que ocurrió, pero nos olvidamos del día después, del siguiente, del otro y del de más allá… Ron Clarke no se olvidó nunca de los días posteriores a la final de los 10.000 metros lisos en los Juegos Olímpicos de Méjico 68. Buscando la gloria olímpica casi acaba en una caja de pino. Una mala preparación en altura hizo que, desfallecido, llegara sexto a línea de meta -aunque no recordaba nada de lo que pasó en su última vuelta. Ese sobreesfuerzo lo pagó con un daño cardíaco permanente y medicación de por vida. De nada le sirvió haber sobrepasado los límites anteriores: ser el primer atleta en bajar de los 28 minutos en los 10.000 o batir 17 récords del mundo…
¿Hay límites que mejor no probar? ¿O precisamente los límites están ahí por eso, para sobrepasarlos? ¿Precaución o audacia?
photo credit: road sign I via photopin (license)
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