¿Estás loco?
Hoy hace un calor que aplatana, nada nuevo en este ignífugo mes de julio. Ya ni miro la temperatura, da igual, el ambiente abrasa y punto. Hoy me tocan series pero voy a salir a partir de las nueve de la noche, cuando el sol empiece a morir. Hoy no me pilla como lo hizo el lunes. Temperatura de 28 grados, aunque la sensación térmica con la humedad era de 37. Salí a entrenar de 13:30 a 15:30. Sé que era un suicidio, pero tocaba entreno. No me pude físicamente levantar a las 5 de la mañana. Por la tarde se me complicaba el tema con la salida de los niños del cole a las 17, aderezada por la soporífera reunión anual de vecinos a las 19:30.
Empecé con ganas, pero mi ritmo se fue derritiendo al ritmo que, implacablemente, me atizaba el sol. Iba buscando las sombras de los árboles como un loco y encontraba cobijo en los edificios altos, que me daban una breve tregua. Todo costaba mucho, todo era muy lento… Llevaba los pantalones empapados; como si literalmente me hubiera meado encima. Una rozadura en el brazo derecho me empezó a molestar…
Cuando me quedaba muy poco para las 2 horas de entreno -y tras casi 20 km- me crucé con una mujer mayor. Iba con un par de bolsas de plástica, supongo que vendría de comprar algo, aunque a esas alturas ya no podía procesar demasiado. Me observó pausadamente y me sonrió. Como la abuela que, con cariño y suavidad, le dice a su nieto. «¿pero qué estás haciendo hijo mío a estas horas?»… La miré y le intenté devolver el gesto, aunque no sé si lo conseguí, la verdad. No creo que fuera una buena idea, pero por fin acabó el entreno…
¿Buscas siempre la hora más favorable para salir a rodar? ¿O si no has conseguido gestionarte mejor el día no te importa inmolarte bajo el sol?
photo credit: Fried Bananas via photopin (license)
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