Niños grandes (parte 1)
La presión del deporte de élite va en aumento desde arriba hacia abajo. Un año negro puede descabalgarte de la élite y llevarte al desierto. Es la ley del más fuerte en la cúspide de la pirámide. Pero a medida que nos vamos aproximando a la base nos encontramos a niños que deberían estar solamente disfrutando y soñando. Mentes inmaduras que no saben qué se les viene encima psicológicamente cuando solo deberían estar preocupados por la notas en el cole y de si el domingo hay partido.
Pero las marcas comerciales y los agentes -parece que un mal odiado pero a la vez necesario- echan las redes sobre esas mentes inocentes e inconscientes. Y torcerse por el camino es lo más fácil, pasto decisiones erróneas, de parón en la progresión o por falta de coco en el entorno familiar. Son excepcionales casos como los de Ricky Rubio -jugador de Minnesota, que debutó en la ACB con 14 años- o Paula Leiton -boya del Terrassa que jugará en próximo mundial de Kazan con la selección española de waterpolo, con 15 primaveras. La mayoría simplemente no llegan. Demasiados boletos para tan pocos premios.
Así que surge una gran disyuntiva si tu hijo sobresale desde una temprana edad. O educarlo única y exclusivamente para ser un espartano listo para la batalla. U optar, en cambio, por apoyarle y estar a su lado para que se divierta y vaya alimentando sus propios progresos.
¿Hay que presionar a los pequeños que despuntan para que se acostumbren a lo que les vendrá? ¿O que se dediquen solo a ser niños?
photo credit: Con la cocina a cuestas via photopin (license)
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