¿Te la juegas a muerte duplicando el riesgo?
La primera fase del campeonato de 2015 en Inglaterra dejó para el recuerdo la mayor sorpresa en la historia de los mundiales de rugby.
Japón jugaba su octavo mundial encuadrado en el grupo B, enfrentándose a dos monstruos como Sudáfrica y Escocia. Parecía que su papel quedaba reducido a conseguir su segunda victoria en un mundial ante Samoa o los EEUU (ya que desde que ganaron en 1991 a Zimbabwe por 52-8 su balance era de 18 derrotas). Japón, consciente de sus limitaciones físicas, se empeñó en mover el balón para luchar contra la todopoderosa Sudáfrica, doble campeona del mundo.
Al descanso se fue con un ajustado 12-10. A medida que pasaban los minutos, los 29.000 aficionados en el estadio de Brighton se quedaron pegados a sus sillas. Veían que Sudáfrica no se despegaba en el marcador y que el arreón de los Springboks no acababa de llegar. El marcador era de 32-29 para los del hemisferio sur. Goromaru, con 24 tantos, mantenía a flote a los Brave Blossoms. A falta de un minuto para acabar el partido, Coenraad Oosthuizen recibió tarjeta amarilla y dejó a Sudáfrica con uno menos. Esa infracción suponía un lanzamiento de castigo a palos centrado y la posibilidad de empatar el partido a 32 en la que hubiera sido la gesta más grande de Japón en su historia oval.
Pero ante la incredulidad de todos -árbitro inclusive- el capitán nipón, Michael Leitch, decidió jugar y arriesgar. Arriesgar un empate casi seguro por un hipotético ensayo que les llevaría aún más lejos. Era como intentar saltar un precipicio a base de dos saltos Y acabó el partido con milagro y todos los japoneses llorando sobre el terreno de juego…
PD: Se me han puesto los pelos de punta viendo el último minuto grabado en directo por un aficionado.
¿Vale la pena arriesgar lo mejor que nunca hayas podido tener por algo aún mejor?
photo credit: Sube por su Cuenta y Riesgo via photopin (license)
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