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Deportes y Comunicación | December 3, 2024

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Ruta de... champán

Ruta de… champán
ivanferrer

El champán en particular y el alcohol en general es un aspecto cultural con el que creces. Te hacen ver que es sinónimo de diversión y celebración. Y que mientras eres niño, pan y agua. Pero cuando seas mayor ya te podrás unir al club sin problemas. La verdad que el lobby del alcohol lo tiene muy bien montado. Te venden la moto que es una actividad chic (hasta ser entendido en vino es algo que da caché) y que el ocio va asociado a él. El tema cervecita merecería un capítulo aparte… Así como el uso de la bebida en las películas (cuando llegas a casa cansado de todo el día, lingotazo; si estás estresado, lingotazo; si has tenido una gran decepción, lingotazo y si el niño catea tres en el segundo trimestre… seguro que te lo soluciona otro lingotazo). La cuestión es que se trata de un negocio tóxico (sí, muy chic pero tóxico) que acaba genera múltiples enfermedades y adicciones –eso sí, en la publicidad te ponen siempre el “bebe con moderación”. Nos ataca con esa imagen cándida y nos coge por los mismísimos durante la adolescencia, a ver si se queda con nosotros hasta que la muerte nos separe.

Que nadie se equivoque. No voy de apóstol abstemio. He bebido muchas noches saliendo (el peor dinero invertido en mi vida, viéndolo en perspectiva). Me da vergüenza; he sido bebedor social. Ahora no lo hago sencillamente porque no me gusta su sabor y creo que tampoco me aporta gran cosa. Con un San Francisco o una Coca-Cola de las de siempre voy más que sobrado (supongo que un sacrilegio para la tribu de los haters del azúcar). Eso sí, tengo una extraña predilección por el Moscato D’Asti, un vino de postre que cuando mi padre se enteró que me lo tomaba para comer se le pusieron los pelos de punta…

La semana pasada aproveché un mediodía para salir a correr. Cerca de la plaza España, hervidero de turistas en Barcelona, puedes tener múltiples estímulos visuales. Pero ver a las 14:45 a una mujer de más de 50 años, apoyada en el poyete del Parc de L’Escorxador, bebiendo una botella de champán escondida en una bolsa de plástico, me llenó de pena… El alcohol como refugio de la soledad y la autodestrucción. A ver quién encuentra glamour, diversión y celebración en esta escena…

Beber por beber para correr hacia ninguna parte…

PD: Y si no te ha gustado el post… siempre puede meterte otro lingotazo.

photo credit: Wine Vidi Vici Champán Belle Epoque via photopin (license)

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