Vaya peñazo la química (y la física, por supuesto)…
Recuerdo que para estudiar los problemas de química usaba una técnica singular y muy poco ortodoxa. Hacía solo los más fáciles para ir con la máxima moral posible a los exámenes. La táctica obtuvo sus frutos, ya que aprobé raspadillo. Con la física no tuve tanta suerte y fui directo a la repesca de junio. Aquello de las pelotas lanzadas al aire, cruzando velocidades, distancias y otros elementos que me parecían incomprensibles para saber el lugar exacto de impacto se me presentaba como un rompecabezas de 100 piezas a resolver en 1 minuto.
Lo que para las mentes más racionales es ciencia para mí era pseudomagia, como los trenes de levitación magnética que funcionan gracias al efecto Meissner. Solo pueden funcionar desarrollados por unas mentes privilegiadas en unas determinadas condiciones, equipados con unos materiales específicos y con unas infraestructuras muy singulares y únicas. De 2008 a 2012 la selección española de fútbol fue un Maglev que maravillaba a todo el mundo. Pero desde entonces se ha demostrado que cambios físicos y químicos de peso la han convertido en un triste tren de cercanías. Y lo que antes era magia ahora es vulgaridad. Y tienes dos opciones: llorar por la chispa perdida o volver a trabajar a destajo para recuperar la reacción perdida…
¿Eres consciente que no siempre es posible hacer magia? ¿O crees en la fórmula eterna?
photo credit: Becker1999 March for Science, Washington, DC via photopin (license)
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