Cuento multicolor de Navidad
Había una vez un niño al que le gustaba jugar a hockey, pero lo que le apasionaba realmente era jugar y divertirse con sus compañeros de entrenamiento. Con Ricky y Arnau formaban el trío calavera: se perseguían, se tiraban unos encima de otros y echaban muchas risas… También se lo pasaba en grande con Elena; cada entrenamiento era una fiesta. Pero con el cambio de temporada, la mayoría de niños subieron de categoría y vinieron otros nuevos.
Pero los martes se convirtió en un problema: nadie podía ir a entrenar de sus nuevos compañeros y el niño se quedó solo. Y le costaba mucho ir a patinar porque uno solo no puede jugar a pilla-pilla, ni explicar chistes, ni compartir historias. Y aunque Carles lo intentaba todo para tenerlo entretenido, no era lo mismo porque era su entrenador, no otro niño…
Pero hubo un detalle que marcó la diferencia y lo cambió todo. Un martes apareció otro niño del club, más grande, a entrenar también los martes. La cuestión es que no le tocaba venir, pero como su padre -directivo del club- sabía que el pequeño estaba entrenando como el llanero solitario, le buscó compañía.
Gracias Miquel Angel por mover cielo y tierra para que Oriol no se sienta solo…
photo credit: Mattia Notari Colors via photopin (license)
Feliz Navidad a todos y próspero 2019.
Nos vemos después de Reyes. ¡Salud y mucho deporte para todos!
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