¿No te basta con solo con jugar?
Desde muy pequeño tuve clarísimo que me lo pasaba muy bien jugando a deportes. Lo encuentro una actividad que me genera sensaciones muy placenteras y, además, si es en equipo puedo compartir esa alegría y colaborar con los demás para un objetivo común. En paralelo a esa idea, también tuve totalmente presente que nunca llegaría a la élite. Pero esa realidad no me impidió que siempre diera todo lo que pude. Me comprometí en todos y cada uno de los equipos en los que jugué, disfruté de centenares de anécdotas y jugué, jugué y jugué, como un loco.
Mi mejor recuerdo es una noche de entrenamiento que llovía a cántaros. Sabía que no iba a ir casi nadie, pero mi compromiso y responsabilidad con lo que estaba haciendo siempre me tiraba más. El campo -en aquella época de tierra- se había convertido en un mar de charcos. Finalmente, solo hicieron acto de presencia tres personas más: el entrenador y dos compañeros más del equipo. Aún siento con nitidez cómo Tao, Eloy y yo nos perseguíamos con el balón, sin mayor objetivo que echar el rato y mancharnos de barro hasta las cejas.
Sentí los nervios de partidos importantes, la emoción de participar en una final. Jugué muchos encuentros mal -incluso algunos fatal- y disputé alguno que otro bien; pero nunca sentí la presión, esa presión maldita que te llena la mente de ideas negativas, se te sube a la espalda como una pesadísima mochila de 30 kilos y se extiende a tus extremidades, convirtiéndolas en los brazos y las piernas de Pinocho. Una presión que hace que el juego se acabe convirtiendo en una pesadilla. En cierto sentido me siento un privilegiado porqué desde los 6 años hasta hoy continúo jugando…
¿Te basta con divertirte? ¿O el deporte es mucho más que un juego?
photo credit: Sociales El Heraldo de Saltillo Celebran niños en grande en el Colegio Ignacio Zaragoza via photopin (license)
Publicar un comentario