¿Soportas los impagos?
El deporte tiene algo que engancha, empezando por las sustancias químicas que segregas al realizar actividad física, siguiendo por los beneficios a nivel de salud física y mental y acabando por el disfrute de compartir tu pasión con otros enfermos de deporte. En mi caso es algo que hago por hobby, de forma gratuita o incluso pagando, cuando me apunto a alguna carrera popular.
Cuando saltas al profesionalismo se añade el trabajo en equipos de alto rendimiento, la presión constante y brutal para la consecución de resultados y el pago por tu desempeño deportivo (en forma de sueldo y/o de contratos de patrocinio). En ese momento, difícilmente hay marcha atrás. Disfrutas de lo que haces y encima con una transacción económica de por medio. Vaya, el no va más…
Es sumamente complicado llegar a ganarse la vida practicando deporte (y según la disciplina es prácticamente imposible). Pero lo más difícil es volver atrás y que tu sueño se convierta en pesadilla. Es el estadio más doloroso de todos: se resquebraja la economía del club en el que te partes el pecho -metafórica y físicamente- y te empiezan a deber mensualidades. Sigues entrenando a tope pero no tienes cubiertas tus necesidades básicas. Y la angustia se apodera de ti, a medida que se alarga la situación, y empiezas a dudar de si todo el esfuerzo vale la pena… El fútbol de cartón piedra, que vive a la sombra de la opulenta realidad que le rodea…
¿Disfrutarías de tu trabajo si no llegas a final de mes? ¿Eres de los que si no te pagan no juegas?
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