¿Aún estamos así?
Lo que ha llegado a sufrir este verano el fútbol femenino no tiene nombre. En una democracia consolidada en la que realmente se quisiera avanzar hacia la igualdad de género, en el mundo del deporte, se hubiera proyectado en cohete al presidente de la Federación Española (acompañado de todo su séquito, que vive oliendo siempre a rancio y a naftalina) la misma noche de su lamentable actuación de machirulo casposo, propio de las formas más anquilosadas del siglo XIX. De un hito histórico deportivo global pasamos al bochorno infinito que representa lo más asqueroso del fútbol español, encarnado en su asamblea.
Y cuando aún colea todo el asunto, se apunta a la fiesta un nuevo protagonista. Siempre hay un tonto en el pueblo que cuando ve que el suflé baja, no se sabe por qué razón, lo aviva a base de estupideces. Alfonso Pérez, se ha metido solo en la boca del lobo, demostrando lo que es de pies a cabeza: un machista. No es de extrañar que Getafe sienta vergüenza ajena y le retire el nombre de su estadio. Tan poco cerebro no puede ocupar espacio público ni ser ejemplo de nada ni para nadie.
Pero, como en todo menú, lo mejor siempre queda para el postre. Tras la decisión consistorial de retirar su nombre al Coliseum de Getafe, el exfutbolista sienta cátedra sosteniendo que no es machista porque «tiene una madre, una esposa y una hija». Como si un pederasta quedara excluido de serlo, automáticamente, por el mero hecho de tener descendencia. Queda claro que la capacidad mental de Alfonso es inversamente proporcional a su dominio del balón con los pies. Es que no se puede ser bueno, en todo, en esta vida…
¿Crees que hemos dejado realmente atrás el machismo? ¿O solo lo parece?
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
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