La otra copa (volumen 1)
La minicopa es el sueño de cualquier niño que practica el baloncesto en categoría infantil (13-14 años). La verdad que disputarla en la misma ciudad y semana que la de los mayores es un gran acierto. Y el caramelito de jugar la final en el mismísimo pabellón en el que horas más tarde lo harían estrellas de talla mundial es el no va más… En boca de todos los entrenadores y directivos de sus respectivos clubes se repite siempre un único mantra: se trata una experiencia única que solo van a vivir una vez en la vida y que hay que disfrutarla al máximo.
Como mensaje en categorías de formación me parece muy acertada pero me chirría -como una pesada puerta de madera con bisagras que necesitan 3 en 1 desde hace 30 años- en el momento en el que entra en escena la figura del “invitado”. 14 jugadores han formado parte de esta competición sin ser habituales en los equipos de esta fase final. Sin lugar a dudas, los invitados roban minutos de experiencia a los habituales (dudo mucho que ninguno de los 8 equipos en liza haya hecho el esfuerzo de traer a su huésped para que solo cree un buen ambiente).
Cuando uno de esos invitados mide 203 centímetros y hace 2,14 metros de envergadura -distancia entre la yema de los dedos de sus manos con los brazos abiertos-, la palabra “experiencia” va perdiendo peso. Y si Ousmane Alpha queda MVP de la contienda y es casualmente el autor de la canasta ganadora del torneo… no sé, creo ya no se trata de vivir solo una experiencia única.
¿Eres partidario de los jugadores invitados? ¿O hay que competir solo con lo que tienes?
photo credit: shixart1985 Young mom and daughter have fun in the work of gardening via photopin (license)
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