Sigo sin pillar lo que significa la nueva realidad (a la bim, bom, bam)
Mucho se está hablando del deporte profesional, de protocolos sanitarios y de entrenamiento, de planes para acabar algunas competiciones y de contingencia específicos para esta extraña e insólita situación de parón. Pero muy pocos han reparado qué va a pasar con el deporte amateur y de formación. Mi hija lleva dos meses sin entrenar y no me gustaría ser pájaro de mal agüero, pero creo que si empieza a ejercitarse antes de año nuevo será una buena noticia.
Para la economía futura de muchas familias, tal vez serán inasumibles los costes derivados para que sus hijos realicen deporte. Miro la estructura del equipo de mi hija con entrenador, segundo entrenador, coordinador de categorías femeninas, plan de torneos anuales y creo que hemos perdido un poco el norte. Llamadme cutre, pero echo de menos el deporte de estar por casa.
Ese deporte en el que no se trataba que la fachada estuviera impoluta, lo único que importaba era jugar y pasarlo bien. Ese juego en el que la camiseta no era tuya, era del club; la usabas el fin de semana y se devolvía. Si un día de partido te tocaba el cinco descolorido en la espalda lo llevabas con dignidad y si cogías unas medias con una carrera como las 500 millas de Indianápolis tampoco importaba demasiado. En esa realidad no existía ropa de entrenamiento, ni sudadera, ni chándal de paseo. Y el césped lo podíamos oler como el 29 de febrero, una jornada cada 4 años.
No creo que la solución, como plantea la Generalitat de Catalunya, sea concentrar. No vaya a ser que nos estemos obnubilando con las parafernalias y perdamos la esencia…
¿Ves futuro en el deporte humilde? ¿O el coronavirus se lo ha cargado?
photo credit: Ars Electronica Prix Ars Electronica Gala via photopin (license)
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