¿Pan y circo?
Escucho a Tebas y empiezo a dudar si vivo en el planeta Tierra o en los anillos de Saturno, tal vez porque me afecta doblemente como padre –Anna, 12 años y Oriol, 7- y como estudiante (del master de profesor de secundaria). Nadie podrá nunca acusarme de que me desentiendo del deporte y que no le tengo un especial aprecio; pero me encuentro en estado de shock.
Mis hijos dejaron la escuela el 12 de marzo. No volverán a poner los pies en sus respectivos centros hasta justo seis meses después, en el mejor de los casos. Me sorprende el esfuerzo titánico, el ahínco y las soluciones que hemos puesto desde las instituciones para que Messi vuelva a entrenar y para que podamos volver a tomar una cerveza en una terraza. Y me abate, en paralelo, la tibieza con la que hemos acabando paralizando el sistema educativo. Cabría la posibilidad, para mí, de ciencia-ficción, que muchos niños acaben antes entrando en un estadio de fútbol que en su colegio.
Repasas la historia y tampoco hemos evolucionado tanto: “panem et circenses” en la antigua Roma de hace más de 2.000 años, “pan y toros” referente a la España del siglo XIX y XX y “cerveza y fútbol” para el moderno siglo XXI. Escucho al gobierno y me entran ganas de dar clases de secundaria a mi hija en los anillos de Saturno…
Y me acuerdo de aquel país (creo que era Finlandia) que sostenía que su PIB consistía en sus niños a 20 años vista; lo contemplaban como un activo crucial de futuro. A nosotros no nos preocupa demasiado, siempre que tengamos a mano un mando a distancia y una rubia helada para calmar la sed este veranito.
¿En tiempos de crisis es prioritaria la economía o la educación?
photo credit: ericakohn baking bread via photopin (license)
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