¿Inquietante?
Veo que un amigo en Facebook publica unas imágenes de una niña que empieza volatilizando literalmente la corteza de un árbol seco y lo que hay cuando ésta desaparece también. Y lo expone como ejemplo de inspiración para todos. Se trata de un vídeo de hace dos años que, como otros más, muestran el perfil de la boxeadora y niña prodigio, Evnika Saadvakass. En todos ellos se demuestran unas cualidades pugilísticas demoledoras e impropias en pequeños de su edad.
Tras el inicial «wow», se desencadena en mí una progresiva sensación de oscuridad. Una vez acaba la escena inicial, pasamos a lo que parece su habitación. Tras acabar con una bola del mundo de un plumazo, se ensaña con una puerta a la que, evidentemente, acaba infligiendo un generoso boquete. Con las manos enrojecidas por el intercambio de golpes con el indefenso contrincante, coloca cuidadosamente un guante y la bola del mundo en la estantería de donde había salido disparada. En ese preciso instante me acompañada de un extraño desasosiego, acompañado de una inquietud que solo he sentido mientras veía la película Déjame salir. Después nos adentramos en la emulación a Rocky en su mítico entrenamiento en la nieve. Para cerrar el círculo volvemos a los árboles.
No puedo evitar pensar en quien está grabando los vídeos, que debe de ser uno de sus padres o algún familiar cercano. Con historias como ésta, me entra la duda si nuestros pequeños son lo que son o lo que nosotros queramos que sean. Y me inquieta…
Imagen de Ioannis Ioannidis en Pixabay
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