¿Hablamos de educación?
Joan Collet, expresidente del Espanyol, ha hecho subir el pan, trasladando el famoso y rancio «las violan porque se visten como putas» al fútbol. Y ha tenido la santa temeridad de catalogar la celebración del Barça, en el centro del campo del Espanyol, justo al acabar el partido, como una provocación y una terrible ofensa.
Creo sinceramente que muchos personajes como Collet, en el mundo del fútbol ya han tirado la toalla, reconociendo abiertamente que son una casta de garrulos con mucho dinero, que se abrazan al honor, la ofensa y el orgullo como si estuvieran en un capítulo interminable de Vikingos Valhalla.
El deporte va de jugar, divertirse, animar, ganar y perder, levantarse y volverlo a intentar, vivir emociones a flor de piel, experimentar estallidos de alegría y quedarse helado ante lo inesperado. Y dentro de ese juego de rivalidades ancestrales y centenarias habita el aceptar la victoria y la alegría del oponente, aunque sea en tu propia casa.
Supongo que el círculo mágico que formaban los jugadores azulgranas a más de uno le pareció que se invocaba a un portal hacia un mundo amenazante, sórdido y violento, así que saltaron al campo para desconectarlo y salvar la tierra.
Ir a ver un partido de fútbol, como visitante, se ha convertido en algo sencillamente patético. Y eso habla de la poca educación que tiene este deporte.
¿La educación ha huido del fútbol?
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
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