¿Qué consejo le darías al entrenador de tus hijos?
La verdad que hay clásicos que, desgraciadamente, nunca mueren en el mundo de los deportes de equipo. Y da igual si se trata de categorías élite o conjuntos de deporte base. El dilema acaba siguiendo siempre la misma bifurcación: ¿quieres ganar por encima de todo? ¿o prefieres que tu equipo esté más cohesionado y mejore en bloque? Cuanto más alta es la categoría, -por mi experiencia de ocho años en el mundo del baloncesto y el hockey en línea como padre, aunque he escuchado historias similares en otros deportes como el fútbol, que yo practiqué desde los 6 a los 34 años- mayor es el porcentaje de entrenadores que optan por buscar la victoria como un maldito zombie.
Que sepas, supuesto aprendiz de formador (siempre se suelen poner ese disfraz de superhéroe con capa, cuando realmente operan como desalmados entrenadores de supuestos jugadores profesionales que no lo son), que cuando lo único que te importa es la victoria consigues, básicamente, tres tristes objetivos colectivos:
- Acabar con la proyección del grupo, que se convierte en una triste suma de individualidades.
- Matar las ganas y la ilusión de los jugadores que pones constantemente al servicio de otros compañeros de equipo.
- Enrarecer el ambiente positivo del conjunto (ya que no aplicas, de forma justa y equitativa, el régimen disciplinario dentro del grupo), al ser siempre débil con los fuertes y fuerte con los débiles.
Da igual si dispones del máximo título como entrenador; eres un tipo pobre de espíritu que sobras como técnico de mis hijos.
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Lamentablemente es la pura verdad
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