El torneo invisible (2 de 3)
Hay una forma de ver la vida que pasa, de manera inamovible, de generación en generación. De abuelos a padres, de padres a hijos y así hasta el infinito… Creemos ciegamente y sin fundamento -supongo que determinados por el peso del proteccionismo y el deber del progenitor con su prole de cuidarla y mimarla eternamente- que nuestros hijos nunca acaban de crecer. Nuestros padres, en alguna ocasión, nos han tratado como seres más pequeños, de la misma manera que nosotros hacemos lo mismo con nuestros hijos…
En cambio, en el mundo del deporte hacemos totalmente lo contrario. Vemos jugadoras que meten triples estratosféricos, torres que hacen que cualquier entrada a canasta se convierta en una misión casi imposible, deportistas que en cuanto se te ocurre enseñar el balón se te tiran encima como perros de presa sin compasión alguna. Baloncestistas que te asfixian sin dejarte salir de tu propia canasta. Personas que se muestran competitivas e intensas a lo largo de todos y cada uno de los partidos que disputan…
Pero yo vi a esas mismas jugadoras en la entrada de Ferrari Land jugando a las palmitas, persiguiéndose, agarrándose, haciéndose masajes en la espalda… Creo que muchas veces nos olvidamos que son solo eso, niñas…
¿Exiges a los niños como un adulto? ¿O debemos ser más comprensivos en el deporte de formación?
photo credit: jaci XIII The Invisible Woman via photopin (license)
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