• ivanferrer
• A 06/02/2015

Nos fascinan los deportistas de éxito. Nos gustan por muchas y variadas razones. La primera de todas es que viven por y para el deporte; se dedican profesionalmente a jugar como niños, todo el santo día… La segunda es que se ganan muy bien la vida (lo cierto es que dependiendo del deporte en cuestión, no tiene nada que ver un futbolista con un jugador de bádminton, ni menos tiene que ver un futbolista hombre con una futbolista mujer…). La tercera es que viven en un mundo idílico, elevado, separado del resto de los mortales, en el que están aislados. Son como delicadas figuritas de pastel de bodas que se miran pero no se tocan. Son seguidos por millones de fans en facebook y twitter, viven cuentos de hadas que vemos a través de la tele y la prensa…

Nos quejamos que están de forma perenne en el Olimpo de los Dioses y que no saben nada de la vida terrenal. Vuelta a quejarnos que solo hablan de deporte, porqué creemos que la vida es mucho más que deporte… ¿Y si algún héroe se atreviera a bajar a mezclarse con la plebe y se pusiera a opinar sobre cuestiones terrenales? ¡¡¡Hostia, qué horror!!! ¿¿¿Pero no habíamos quedado que los deportistas solo se dedicaban a jugar y que los odiraríamos por ello???

Savané, jugador del FIATC Joventut ha traspasado la linea como cualquier hijo de vecino que vive en Badalona, en Cataluña, en España. ¿O es que nadie no tiene una opinión política formada acerca de PODEMOS o el proceso soberanista? Entonces en qué quedamos: ¿queremos solo deportistas mudos como Messi o preferimos un Savané que tenga algo más que decir aparte de personales, técnicas, mates y entrenamientos?

¿Los deportistas deben hablar solo de deporte? ¿O son personas como todos nosotros?

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