¿Vas de rey todopoderoso?

Hay personas que no son de este planeta, y tal vez ni de esta galaxia… Son como los reyes que, por decreto divino, a través de alianzas matrimoniales o al estilo juego de tronos (cortando cabezas) llegan al poder para perpetuarse lo máximo posible… Están ahí, «Porque yo lo valgo». Y todo lo que sea perder su posición de privilegio es un atropello a su dignidad, es una megaconspiración oscura y demoledora para acabar con su reinado de luz multicolor y algodón de azúcar.
Así es el actual monarca de la F1, el tricampeón mundial Lewis Hamilton. Ve peligrar su reinado a falta de cinco grandes premios; sobre todo tras la combustión de su motor en Sepang, que le dejó un cero en su casillero de puntos. El británico estalló, apuntando la crítica directamente a su propia escudería, Mercedes: «Somos ocho pilotos que llevamos estos motores y solo los míos se rompen. Esto no es aceptable». Como buen rey, no entiende que la corte rema en su misma dirección (equipo de directivos, estrategas, mecánicos, ingenieros…), solo que cuando salen mal las cosas están ahí, sencillamente, para joderle…
Hamilton puede hacer una doble cagada –estrellarse en la calificación del Gran Premio de Europa y después destrozar la habitación del hotel del cabreo que llevaba encima– pero su equipo no puede equivocarse con el motor. Ya se sabe, cosas de reyes…
¿Entiendes que dentro de un equipo los errores pueden ser propios y/o ajenos? ¿O sencillamente tú nunca la cagas y el resto solo te pone impedimentos para conseguir tu fin?
photo credit: Alexandra Moss El Escorial via photopin (license)
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