¿Pueden ser dos enemigos hermanos?
Mientras Francia, Reino Unido y Estados Unidos buscan una resolución contundente en la ONU para desarmar químicamente a Siria, el país se sigue desangrando… Hermanos matándose en un país desconocido y lejano… Pero no fue tan lejano lo que sucedió en Yugoslavia en la década de los 90, narrado magistralmente en forma de documental baloncestístico. En él se habla de la relación entre Drazen Petrovic, uno de los jugadores legendarios de la historia de este deporte, y su íntimo amigo Vlade Divac.
Forjaron, como compañeros de habitación, una amistad que iba más allá de cualquier lazo de sangre. Llevaron vidas paralelas en la NBA, con suerte muy dispar -Vlade triunfando en los Lakers y viviendo el sueño americano con los Lakers de Magic Johnson y Drazen chupando banquillo en Portland hasta recalar en Nueva Jersey y eclosionar como jugador.
La historia gira entorno a uno de los mejores combinados nacionales de todos los tiempos, un gesto magnificado hasta el extremo, una guerra civil y un silencio que cambiaron para siempre la proyección de la selección de la extinta Yugoslavia.
Hermanos y enemigos muestra cómo jugadores de élite afrontaron la devastación de su país, en la década de los 90. Estrellas como Toni Kukoc y Dino Radja muestran su lado más humano, preocupados por una familia y unos amigos que sufrían las calamidades de una guerra.
Sin desmenuzar ni desvelar los momentos cumbre del documental, las preguntas son complejas y controvertidas: ¿cuánto vale una amistad frente al amor por los colores de una patria? ¿Hay que afrontar conversaciones duras y dolorosas o es mejor dejar que el tiempo enfríe los ánimos para afrontarlo con más calma?
«Para crear una amistad hacen falta años, pero se puede destruir en cuestión de segundos… y creo que nuestro caso es un ejemplo». (Vlade Divac)
photo credit: thewhitestdogalive via photopin cc
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¿cuánto vale una amistad frente al amor por los colores de una patria?
Niego la mayor, no debería ser necesario contraponer el amor de una amistad al amor a una patria. Ambos afectos deberían ser siempre compatibles y son dimensiones muy distintas. Tengo algún buen amigo de la infancia que no se siente y reniega de mi patria, España, que incluso se alegra de sus derrotas deportivas. Mi visión de cualquier sentimiento nacionalista o independentista es muy discrepante con la suya pero eso no resta lo más mínimo mi cariño hacia él.
¿Hay que afrontar conversaciones duras y dolorosas o es mejor dejar que el tiempo enfríe los ánimos para afrontarlo con más calma?
Con respeto y tolerancia no es malo afrontar ninguna convercación por dura y dolorasa que sea. Eso sí, mejor siempre con calma. Y cuanto más practiquemos la empatía mejor, pero también ocurreo que a veces, hay que entender que la conversación no os va llevar a nada constructivo más que a escocer las heridas, en ese caso es mejor el pacto tácito de silencio.
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