La maratón desde otro ángulo (capítulo 1)
- ivanferrer
- A 12/03/2018
La tercera maratón se interponía en mi camino. Tras una semana muy relajada -después de tantos entrenamientos se agradecer salir a trotar tres ratitos- llegó el día señalado con rotulador rojo en el calendario. Suelo pasar toda la noche previa dando vueltas, descansando poco, temiendo que el despertador no suene y llegue tarde… Pero en esta ocasión, cuando sonó la alarma a las 5:45 me sobresalté y salí, de golpe, de un sueño tan profundo que no sabía ni dónde estaba…
Tras desayunar dos tostadas con mantequilla y mermelada y un zumo de manzana me vestí y cogí la moto hasta Plaza España; es una de las grandes suertes de correr una maratón en casa. Esta vez no corría contra el crono; me apunté para formar parte del colectivo Egoísmo Positivo para correr con personas que por sus propios medios no pueden.
Salimos los primeros, junto con otras entidades y grupos que empujaban sillas de ruedas, cinco minutos antes de la salida programada para las 8:30. Fue realmente extraño para mí salir sin la tensión de estar pendiente del reloj ni del ritmo de carrera.
Al cabo de pocos minutos empezaron a sonar sirenas y aparecer motos de policía, señal inequívoca que iban a pasar los atletas de élite. Fue inédito y a la vez bello ver pasar al grupo de unos 10 atletas negros que flotaban sobre el asfalto, con cara de determinación pero a la vez muy serenos. Como también fue bastante insólito recibir tantísimos ánimos y aplausos. Infinidad de corredores nos felicitaban cuando estaban a nuestra altura. Todo el mundo, tanto participantes como público, se volcó con nosotros e hicieron que la carrera fuera infinitamente menos dura…
Lo realmente emocionante fueron los últimos 200 metros; la entrada de todo el grupo unido. Tras casi 5 horas y media de viaje, algunos de los héroes de la jornada se bajaron de sus sillas para levantarse y andar los últimos metros cruzando el arco de meta… Eso sí que tiene mérito. Total, nosotros no hicimos gran cosa: lo que nos gusta -correr-, empujando sus sillas…
¿Te sientes extraño al hacer cosas diferentes? ¿Qué gana, la rutina o la emoción de la novedad?
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