¿Lo das todo celebrando tus logros?
No podía ser en otro lugar. Pol Espargaró cogió su currículum mundialista, blanco inmaculado, y lo remató con la brillantez de un gigante punto rojo. Ese fue su curioso e inconsciente homenaje a la bandera de Japón, donde se proclamó campeón del mundo de Moto2. Cuando pasó por debajo de la bandera de cuadros se fundió con su moto y se convirtió en pura energía…
Lloró de emoción y alegría. Rememoró los momentos de bajón, se acordó de lo hundido que estuvo, a 47 puntos de Scott Redding y quinto en la clasificación. Tuvo presente las conversaciones con su hermano Aleix, que le animaba a seguir los dictados de su «Never Give Up» tatuado en la muñeca. Y vibró con la emoción de la remontada, y sintió el éxtasis tras haber conseguido lo que otras veces tuvo cerca pero que se acabó llevando otro piloto. El cajón del número 1 era suyo, y para siempre…
Lo celebró en la pista, ante las cámaras, pero de forma íntima con su hermano. Es su alma gemela, el que lo conoce más que nadie y sabe sacar lo mejor de él. Y cuando volvieron a casa, sus vecinos de Granollers quisieron sumarse a la fiesta… Rúa por las calles de la ciudad en descapotable, parlamentos en el balcón del ayuntamiento… lo celebró en grande Pol con su hermano y equipo, que han colaborado para que consiguiera su objetivo.
¿Si lo damos todo en nuestro trabajo, tenemos derecho a celebrarlo por todo lo alto cuando conseguimos nuestros objetivos? ¿Alcanzar nuestras metas es algo normal, lo que habitualmente debemos hacer? ¿O en cambio se considera algo extraordinario? ¿Cuando materializamos un sueño tenemos derecho a celebrarlo o solo a continuar demostrando que seguimos siendo válidos? ¿La celebración lleva a la pereza?
photo credit: Fernando Coello Vicente via photopin cc
-
Sempre mereixem celebrar el que aconseguim, i mes si ens ha costat un esforç!
Comentarios