¿Tan raro ha sido?
Vivimos en una sociedad tan sumamente competitiva y despiadada que cuando alguien toma alguna decisión correcta la elevamos a la categoría de épica. En el triatlón de Santander, Diego Méntrida estuvo a un tris de hacerse con el tercer lugar del cajón al equivocarse James Teagle en la última curva. Cuando adelantó al inglés tras su equivocación, el español frenó casi en seco y dejó pasar a su adversario.
Somos tan trileros, tan listillos, tan inteligentes, tan estafadores, tan amantes de buscar el camino más rápido dejando la integridad encerrada en casa, que alucinamos ante alguien honrado. Este hecho dice mucho de nuestra sociedad. Y es que lo que debería ser la norma se ha convertido en la excepción.
Por otro lado, secuencias deportivas como la acaecida recientemente abren un interesante debate. Si en una prueba de F1 el monoplaza que lidera la carrera pincha a tres curvas del final, ¿el segundo clasificado aminorará para dejarle ganar? En el caso que el último defensa resbale y deje al delantero centro solo ante el portero, ¿echará el balón fuera posteriormente el atacante?
¿Cuál es el límite para devolver el error? ¿O el error es parte de ir al límite?
photo credit: Alejandro Lozano Cazar Integridad – Campaña de Principios y Valores 2017 via photopin (license)
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