La afición rechazó a su Salvador
A mediados de febrero, el Celta da un golpe de timón, agobiado por las posiciones de descenso. Comunica el fichaje de Abel Resino para salvar al equipo en el tramo final de la liga. Pero todo se complica cuando decide traerse como su segundo de abordo a Salva Ballesta.
En cuanto se conoce la noticia, las redes sociales empiezan literalmente a echar humo con opiniones de los aficionados vigueses en contra de la contratación del ex-jugador maño. Lo que antes se hubiera traducido en alguna que otra carta de queja dirigida a las oficinas del club, se convierte ahora en un alud de comentarios en internet en los que una parte de la afición se declara contraria a su incorporación al staff técnico del club.
Salva, a lo largo de su trayectoria deportiva, en equipos como el Racing de Santander, Atlético de Madrid o Valencia, se posicionó como un defensor a ultranza de su españolidad, de la que siempre se ha sentido muy orgulloso. Este hecho fue el que levantó a una parte de la masa social celtiña, que acabó por truncar las aspiraciones de Salva Ballesta como segundo entrenador del conjunto gallego.
¿Es más eficaz tener un posicionamiento extremo o de nicho, que te destaca y diferencia mucho del resto o es mejor tener una posición en el mercado más neutro que te permita acaparar una mayor público objetivo?
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