¿El deporte de élite enseña para la vida?

Una inquietante nebulosa se cierne entorno a la figura de Michael Schumacher. Una realidad difusa que se debate entre la épica y el mito como piloto de Fórmula 1 y el misterio de su actual estado de salud. El documental de Netflix sobre su persona ha vuelto a recordar una de las carreras automovilísticas más memorables de todos los tiempos. Pero más allá de adentrarnos en la trama y los entresijos del metraje, esta pieza audiovisual me ha recordado tres elementos muy importantes en nuestras vidas:
Emociones. Hablamos de hombres con unas condiciones físicas y perceptivas espectaculares para poder pilotar a 300km/h en circuitos, disputándose las posiciones con maniobras fuera de los límites de toda lógica. Es sobrecogedora la rueda de prensa en la que Schumacher iguala las 41 victorias de su ídolo Ayrton Senna.
Lo tremendamente difícil que es ganar. Cinco campeonatos seguidos pueden parecer menos complicados a los mandos del volante más mítico de los circuitos, Ferrari. Pero detrás de todo ello hay infinidad de horas de trabajo, decepciones, sinsabores, dudas, miedo y una determinación inquebrantable.
Todo puede cambiar, de golpe y para siempre. Un paisaje de auténtico cuento se transformó, en unos instantes en una realidad sórdida y durísima para una familia que, presumiblemente, lo tenía absolutamente todo. Una inocente jornada de esquí truncó la vida del astro alemán y le ha cambiado hasta el fin de sus días.
Un gran documental sobre una de las leyendas de la Fórmula 1, pero también sobre la vida…
¿Buscas solo diversión al ver un documental? ¿O hay grandes enseñanzas escondidas si logras ver más allá del entretenimiento?
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