¿Inviable adentrarse ahí?

En los dos cursos que llevo en aulas de secundaria he podido comprobar, con tremendo estupor, que hemos desterrado la palabra responsabilidad del diccionario de uso habitual (esa acción consistente en hacerse cargo de las consecuencias de tu realidad y correspondientes actos inherentes a esa situación personal de cada uno). Bajo mi punto de vista, justificar que tu hijo no viene a clase porque el día anterior estuvo de excursión en Port Aventura no tiene nombre.
Ese salto de líneas rojas nos acaba acercando, irremediablemente, al abismo personal y social. Y el deporte no es una excepción. Cuando alguien me pregunta qué supone tener hijos para una pareja, siempre me vienen dos ideas a la cabeza: la primera es que son como las joyas, para toda la vida y, segundo, que si tu relación sentimental con pequeños a cargo navega por aguas turbulentas, otro hijo más va a suponer un naufragio catastrófico total asegurado.
Por eso, teniendo en cuenta mi argumento inicial, no me entra en la cabeza que una persona de 44 años pueda dejar solo a su hijo de 9, sin supervisión, mientras realiza un Ironman (3,8 km nadando / 180 km en bicicleta / Maratón de 42 km corriendo). La brillante idea fue la de comprarle al pequeño un pase en la zona VIP y dejarlo aparcado mientras su progenitor estaba participando en la prueba (para que os hagáis una idea, el ganador tardó más de 8 horas y media en completar el recorrido). Las abuelas eran sabias, extremadamente sabias, con refranes como «el fin no justifica los medios»…
¿Eres capaz de saltarte todas las líneas rojas para conseguir tus objetivos? ¿O tus principios valen más que un éxito?
Felices vacaciones, entrenad mucho o poco y, sobre todo, jugad como nunca… ¡Para eso está el verano! Nos vemos en septiembre.
Imagen de Bernhard Stärck en Pixabay
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