¿Le echas polvo de hada al baloncesto?
El deporte es un torrente de emociones que bascula entre hacer cima y caer en el oscuro valle de los despojos. En el baloncesto no hay término medio: o sales coronado como héroe, con la victoria en forma de corona de laurel, o te hundes en la miseria con el cartel de la derrota tatuado en la frente. Existen momentos épicos en los que se suceden los acontecimientos a tal velocidad de vértigo que todo salta por los aires, dejándote sin aliento, sin importar si has ganado o perdido.
El Kaseya Center de Miami tuvo la suerte de albergar magia en estado puro en el sexto partido de las finales de la Conferencia Este de la NBA. Con 100 a 93, a favor de Boston, el electrónico se acercaba a los últimos dos minutos del encuentro. La tensión del momento, el marcador que se iba ajustando cada vez más y la evolución de la serie (de un aplastante 3-0 inicial para Miami Heat se pasó a un ajustado 3-2) echaron el resto.
A tres segundo para el final, Boston cedió el liderazgo a Miami, con un 102 a 103. Llegó el momento del todo o nada para los Celtics. Solo una jugada de pizarra para seguir vivos en la serie o irse de vacaciones. Saca de banda White, recibe Smart. White hace el amago para abrirse y recibir un pase si no puede materializar el tiro su compañero. Mientras ve que lanza el triple se dirige hacia canasta y cuando lo escupe el aro, coge el balón para soltarlo hacia tablero en el momento en el que el reloj marca 1 décima de segundo para el final. Instant Replay, desolación local, euforia visitante y a por el partido definitivo de la serie en Boston.
¿No es mágico el baloncesto?
Imagen de Tamanna Rumee en Pixabay
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