¿Te dura poco la alegría?
Hay quien circula siempre mirando el retrovisor, debatiéndose entre la nostalgia y el recuerdo de tiempos pasados mejores. Con esta actitud temeraria, pierde de vista lo que pasa ante sus ojos. Otros intentan otear el horizonte obsesivamente, obviando lo que tienen a dos metros, angustiados, ansiosos y preocupados por un mañana que nunca llegan a ver, alcanzar ni dominar. Lo cierto es que lejos de pasado y futuro, la vida se batalla en el presente; ese instante que está entre lo que pasó y lo que va a ocurrir. Dicho elemento temporal es el único que podemos controlar y modelar.
El pasado fin de semana, Marc Márquez celebró emocionado, por todo lo alto, su séptimo mundial en la categoría reina (y noveno en total). Fue el final de una travesía por el desierto que se alargó unas largísimas temporadas, en las que, incluso, llegó a sobrevolar el fantasma de la retirada. Después de las caídas, todas las operaciones, las interminables recuperaciones, el trabajo físico sin descanso, las múltiples consultas a los médicos… llegó el momento de desquitarse con una última victoria definitiva.
Pero solo una semana después de maravillarse por el retrovisor, con su nuevo cetro, y con la ambición futura de llegar al guarismo mágico de 10 títulos, llegó el presente para interponerse en el camino de Marc Márquez y reconfigurarlo todo de nuevo. De forma inesperada y sin avisar, Bezzecchi se lo llevó por delante, durante la primera vuelta del Gran Premio de Indonesia. La alegría le duró poco…
¿Eres consciente que todo puede cambiar en un instante?
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

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