• ivanferrer
• A 03/02/2014

Los niños crecen soñando ser deportistas de élite: famosos, reconocidos y agasajados. Como Rafa Nadal, Andrés Iniesta, Pau Gasol o Gemma Mengual. Referentes y ejemplos de esfuerzo, constancia, superación y éxito. Son números uno que han superado a todos sus adversarios. Pero hay otros deportistas que trabajan incansablemente y con una determinación de hierro: los artistas circenses.

Este fin de semana pude comprobarlo en primera persona, gracias a un regalo que nos trajeron los Reyes Magos. Pasamos un inolvidable día en el Circo Raluy y por la noche dormimos en su carromato-hotel, restaurado de 1939.

Yo hacía más de 30 años que no iba al circo (la última vez que estuve fue para ver a Ángel Cristo y sus leones), y mi mujer y mi hija se estrenaban. La atmósfera del circo clásico nos envolvió: equilibristas, malabaristas, hombres bala, payasos, contorsionistas… y dos acróbatas que nos robaron el corazón: las hermanas Garibaldi – Raluy. Con solo 14 y 15 años, respectivamente, forman un dueto acrobático increíble.  Su padre, todo pasión y amabilidad, nos explica que llevan entrenando desde hace 7 años para alcanzar su nivel actual. Practican cada día para embrujar y enamorar al público, con una actuación que se condensa en unos pocos minutos. Ahí no hay ni rivales, ni árbitros, ni mala suerte, ni penalties injustos. Solo existe la precisión, la coordinación, la fuerza y la confianza que explotan las artistas para convertir a los adultos en niños y a los niños en pura magia. Una magia que me enamoró para siempre…

¿Aún crees que el circo no hay deportistas de élite?