Hay milagros irrepetibles...
Esta vez no pudo ser. El deporte, lleno de magia, a veces tiene que rendirse a la evidencia. El milagro de Assen, que colocó a Lorenzo a lomos de su máquina solo 30 horas después de operarse la clavícula, no pudo repetirse. Esta segunda caída del piloto de Yamaha le apartó definitivamente del Gran Premio de Alemania. Pero volviendo la vista al 29 de de junio, poco interés tuvo que Rossi ganara 44 carreras después de su última victoria. Todos los focos estaban centrados en la quinta plaza, una posición que tradicionalmente no dice demasiado, alejado de los puestos del podium. Pero esa quinta plaza la llevó con orgullo y determinación un espartano que hizo del dolor su amigo y desafió a la medicina, la lógica y al sentido común.
Y vaya si lo hizo… Lorenzo sufrió como nunca, pero el solo sueño de ver la bandera a cuadros ondear sobre su Yamaha le dió alas… Cruzó la meta y llenó ríos de tinta, y nos conmovió a todos en el box, compartiendo con su equipo una batalla épica de la que habían salido victoriosos. La comunicación constante con su escudería le proporcionó a Lorenzo un gran cantidad de energía extra.
El mallorquín se subió a la moto y compitió cuando la mayoría aún estarían en el hospital convalecientes… Lorenzo ha subido los estándares de recuperación a límites casi infranqueables. Pero en un deporte tan competitivo, con tanta presión, esponsors intentando rentabilizar sus inversiones, ¿en qué posición quedará otro corredor que en circunstancias similares decida tomarse más días de recuperación y perder la posibilidad de puntuar? ¿Lorenzo es un estándar o sencillamente es de otro planeta?
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