Palabras inocentes, significados culpables
Las palabras, esas unidades del lenguaje que permiten comunicarnos los unos con los otros, sirven también para definir, clasificar y distinguir todo lo que nos rodea, incluso lo que hay «hasta el infinito y más allá». Esas definiciones, clasificaciones y distinciones conforman nuestro mundo, nuestra forma de ver la realidad e incluso nuestra personalidad.
Esas palabras no son neutras, tienen intención y pueden llegar a ser ofensivas, según el significado que le otorguemos. Y entre palabras anda el juego en Inglaterra, donde una denominación usada por la afición del Tottenham -de orígen judío- ha llevado incluso a meterse en la tertulia deportiva al mismísimo primer ministro David Cameron. En un país en el que se han propuesto firmemente acabar con el racismo en los estadios de fútbol, ha sentado a cuerno quemado que la afición londinense use el término antisemita «Yid» para autodenominarse. Esa palabra peyorativa es empleada por la afición spur como autorreafirmación, aunque no lo ve así la Federación Inglesa.
¿En situaciones de este calibre debe imperar el sentido común y la cintura? ¿O es preferible comunicar de forma inflexible y sacar la biblia del manual de conducta del empleado que ni te permite hacer chistes racistas o que atenten contra la dignidad sexual, religiosa o política?
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Millor no ferir sentiments
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