¿Diseñas con mala leche?
Un torneo es una gran experiencia. Juegas contra equipos con los que de otra manera es imposible enfrentarse (de fuera de Cataluña y de otras categorías, tanto superiores como inferiores). Se concentra la competición en pocas jornadas y todo se torna muy intenso. Tanto los partidos -en los que no hay mucho tiempo para darle vueltas al resultado hasta que llega el siguiente- como la convivencia, que se extiende a las 24 horas del día con las compañeras y entrenadores.
Con 79 equipos participantes, el torneo de Cambrils se halla en su decimosexta edición, hecho que demuestra que es un evento consolidado. La competición se condensa en 5 jornadas, desde el sábado pasado (una de ellas de descanso), que se disputan en el Palau Municipal d’Esports, una gigantesca instalación con 6 campos de baloncesto dispuestas en dos pistas diferentes. Al Cornellà le está tocando jugar los encuentros en la pista de hockey, bastante resbaladiza. Martina parecía que llevaba slicks en el tercer partido, hasta que Esther le cambió los neumáticos por unos de lluvia, rociando de laca la suela de sus zapatillas.
La mosca se me puso detrás de la oreja al ver que el segundo match, ante la Salle Tarragona, lo jugábamos en la pista 7. Situada en un colegio muy cercano; escondía una desagradable sorpresa. Los fondos de la pista acababan de forma abrupta, para dar paso a una superficie a base de tierra, que no estaba al mismo nivel que el terreno de juego. Era bastante absurdo el diseño, que hacía peligrar la integridad de las jugadoras cuando merodeaban por el fondo de la pista. Tras ver que una niña se pegó un gran leñazo tras una entrada, Esther pidió que se limitara el equipo a tirar y que se olvidara de las bandejas. Desgraciadamente una niña de la Salle se torció el tobillo y ya no pudo seguir disputando el partido…
To be continued…
¿Diseñas pistas de baloncesto como un paleta de otro planeta?
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