¿Has visto alguna vez una piña alucinante?
Aún nos queda un partido para cerrar una temporada que parecía que nunca iba a empezar. Han sido un par de meses intensos en los que literalmente he babeado, disfrutado y alucinado viendo cómo se mueven nuestros pequeños por la pista y la facilidad con la que siguen el juego y empiezan a usar el stick. Prueba de ello ha sido que empiezan a levantar el puck para salvar las gigantescas guardas de los guardametas que tapan todo el cuadrante inferior de la portería.
Pero destaco, por encima de todo, el buen corazón de los niños y su sentimiento de equipo, salvando momentos comprometidos, sin dejar a nadie atrás. Tras acabar el partido de este fin de semana, Xavi tiró los guantes y acabó abrazado en medio de la pista con dos compañeros más. El resto no quiso ser menos y poco a poco se fueron fundiendo en una piña de 10 jugadores que gritaban y saltaban, todos juntos, como si fueran uno solo.
En unos meses nadie se acordará del resultado, de quién marcó los goles en ese encuentro, de si hacía calor en las gradas… pero sí retendremos en nuestra memoria ese instante mágico, sin la pastilla de por medio, que le acaba dando sentido a todo. Sin saberlo, nos evidenciaron a todos que, tras 15 meses, aún extrañamos mucho abrazarnos (y que sin este gesto, la vida es menos intensa, divertida y emocionante).
¿Es tan importante abrazarnos? ¿Un equipo es una suma de individualidades o algo más?
Imagen de Free-Photos en Pixabay
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