¿Te interesa la Euro2020?
La pandemia me ha desconectado bastante, para no decir mucho, del fútbol. Jugadores multimillonarios, emburbujados, ajenos a lo que ha sufrido la mayor parte de la población, y alimentados por las televisiones, que es quien al final paga el festival. Pachangas de competición sin público, vaya aburrimiento.
Empieza la Eurocopa que más me ha hecho bostezar, desde que tengo uso de razón. Siempre sostendré que lo más grande que vi fue la competición del 1988, en la que solo se clasificaban ocho selecciones y Marco Van Basten endosó una volea teledirigida que superó al infinito Rinat Dasáyev en la final. Solo me motiva la porra en la que participo en el trabajo de mi mujer, a ver si Bélgica es campeona y nos llevamos el premio (la hemos hecho entre mi hija y yo).
Pero por mucho que se empeñe el deporte del cuero esférico, hay vida más allá del fútbol. Con solo con 7 jugadores y un calor de aupa, el alevín del CHL Jujol, se jugaba el pase a las semifinales del campeonato de España alevín ante el Tres Cantos. Solo valía como opción ganar. Con 3-0 a la media parte, la cosa pintaba fea.
Oriol, el año que empezó a patinar, coincidió con unos cuantos de ellos. Entre los 8 magníficos del Jujol en Sagunto está Arnau, refuerzo de última hora del benjamín; ese pelirrojo inquieto e insaciable que no tiene bastante con el hockey y hace además de portero de fútbol sala. Elena, que va al mismo cole de Oriol, y que siempre está de cachondeo y correteando antes de empezar los entrenamientos. Miguel, ese portero diminuto y pausado, comparado con el resto de guardametas, pero que cuando se pone el casco se engrandece. Y Pol, quien materializó la remontada, vino a entrenar cuando mi hijo entrenaba solo porque no había niños de su edad que pudieran ir los martes. A ellos, al igual que Bruno, Xenia, Hugo, Martí, Ariadna (confinada en casa) y Mateo (inscrito fuera de tiempo, tampoco ha podido ir a Sagunto) les he visto echar el hígado haciendo sesiones extra de físico.
El nivel de interés que despierta en mí la Portugal de CR7, la España de los sin Real Madrid o la Francia de Griezmann, comparado con la de nuestros pequeños gladiadores del Jujol, es ínfimo. No tienen legiones de seguidores, pero ponen corazón allá donde no llegan las piernas y nunca se dan por vencidos. Son auténticos…
¿Crees que el fútbol se acaba como Finisterre en la Edad Media?
Imagen de Stefan Keller en Pixabay
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