• ivanferrer
• A 14/09/2017

Somos adictos a la épica y a la perpetuación de su recuerdo… Da igual si tu equipo está en uno de sus peor momentos. Acabaste la liga como el peor tercer equipo de la NBA. Qué lejos quedan los años del showtime. Y mientras esperas, con fe infinita, que Lonzo Ball haga renacer al equipo como un mágico ave fénix, ahogas tu depresión terrenal dirigiendo tu mirada hacia el cielo. Ahí tienes colgada, para la eternidad, la memoria de los más grandes jugadores que han vestido la equipación oro y púrpura: Chamberlain, Abdul-Jabbar, Magic Johnson, Shaquille O’Neal… Y al tiempo que intentas salir del bache como sea, se completará le décima pieza del puzzle con la camiseta retirada de Kobe Bryant, en versión doble número (no sea que no tenga suficiente con uno solo).

Nos guste o no, algún día nos faltará Messi. No me quiero llegar a imaginar que se puede llegar a hacer para honrar sus inmensas gestas. Como mínimo debería ser una figura más imponente que el Buda del templo de Primavera, con sus infinitos 153 metros. Yo propongo -ya que hay que preverlo con tiempo- que se haga una megaestatua que deje pequeña los casi 290 metros de la torre de telecomunicaciones de Collserola. Yo apostaría por un Messi chutando a puerta, que se viera desde cualquier lugar de Barcelona, colgado en el firmamento…

¿Hay que recordar eternamente a los ídolos deportivos? ¿O realmente no hay para tanto?

Foto: photo credit: milenamphoto Taj Mahal Reflections via photopin (license)