¿Operas para mejorar la calidad de vida o salvar vidas?

La historia, la tradición, constituye un territorio sacrosanto en el que hay partidarios de dejarlo todo tal y como está hasta que el mundo deje de ser mundo. En cambio, cuando la tradición se torna monotonía y la preside ese pensamiento somnoliento que “toca cada año porqué sí”, se tambalea… Como espectador, hace años que me perdí con la Copa Davis. Ya no sé quién está en el grupo mundial, quién ha bajado de categoría, qué ronda se está jugando…
Su extraño, caótico e imprevisible calendario ha hecho que muchos jugadores top la hayan dejado de lado. Parece que el interés en la competición solo va creciendo si tu país va avanzando rondas en busca de la ansiada ensaladera. Y no creo que pase nada porqué se busquen fórmulas novedosas para que las estrellas del tenis estén presentes con un nuevo formato y que se intente asegurar su supervivencia, teniendo en cuenta criterios económicos y de espectáculo más allá del deporte…
Podemos seguir con la actual manera de hacer las cosas hasta que un día muera la Copa Davis o darle un empujón, aunque la competición no vaya ahora del todo mal… Y si el resultado no es el deseado, siempre se puede volver a la tradición, que estará ahí, esperando, hasta que el mundo deje de ser mundo.
¿Cambiamos solo cuando el barco hace aguas? ¿O intentamos mejorar aunque el viento no sople en contra?
photo credit: Robertmz22 Licona Cadera via photopin (license)
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